Enfoque A: modelo fisiológico vs modelo sociocultural
El modelo fisiológico
permite al orientador analizar las respuestas de la persona ante los estímulos
y poder determinar cuando son conductas fisiológicas, si forman parte de una
variante fisiológica o en su defecto si traspasan el límite hacia lo
patológico. Un ejemplo sería El hambre o ganas de comer:
El ser humano siente la necesidad de alimentarse porque el organismo así
lo exige. Puede posponerse, pero estará presente hasta ser saciada. En las
conductas patológicas se genera un desorden en el proceso fisiológico de cierto
comportamiento que lleva a la compulsión y aumenta la frecuencia de emisión,
sin que el sujeto tenga plena consciencia
o controle sus acciones. En el caso del hambre, estaríamos hablando de
una conducta patológica cuando la persona se aleja de las pautas de
alimentación saludables consumiendo comida en exceso en periodos de tiempo muy
cortos, para después buscar o eliminar el exceso de alimento a través de
ayunos, vómitos o laxantes.
Ante el modelo sociocultural el
orientador tiene la tarea de ayudar al consultante a delimitar las conductas
como socialmente aceptadas y socialmente rechazadas de forma tal que pueda
asumir responsabilidades que le permitan tomar decisiones. Un ejemplo sería:
Eructar en la mesa. Este
comportamiento aunque es una respuesta fisiológica, es culturalmente controlada
y censurada desde que somos niños, porque es algo que va en contra de la buena
educación que se recibe en el hogar, sin embargo, hay que insistir en el
carácter cultural de la aceptación o rechazo de las conductas porque por
ejemplo, en países árabes el eructar en la mesa después de comer es visto como
acto de satisfacción e incluso puede considerarse un insulto al anfitrión sino
se demuestra.
Enfoque B: criterio de normalidad
El enfoque B permite al orientador diferenciar los
conceptos de normal, variantes de lo normal y cuando la conducta excede el
límite y se convierte en anormal. Muestra al profesional las diferentes
variables que pueden influir como base en la determinación de la normalidad y
la anormalidad. Además refleja la importancia de considerar el entorno
geográfico, el momento histórico en el que se emite la conducta y la posición
ideológica de quien la juzga. Sirve como fuente de referencia para establecer
diferencias objetivas entre los términos
para clasificar una conducta.
El factor sociocultural es relevante,
ya que lo que en una sociedad puede ser aceptado como “normal” en otra puede
ser rechazado por considerar que rompe con los límites impuestos por la
mayoría. Así por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo es social
y legalmente aceptado en algunos países, mientras que en otros se considera un
acto aberrante que va en contra de los valores religiosos y morales de lo que
se considera como una pareja o familia.
Enfoque
C y D:
El enfoque C establece claramente los
límites entre los conceptos: Afecto/amor,
ejercicio de la función sexual y reproducción, nos dice que cada uno es
independiente y a su vez muestra las
posibles conjugaciones entre los mismos. Aporta claridad acerca de situaciones que se
presentan entre las parejas y que
generan unas veces dudas, otras veces conflicto e incluso rupturas. Un ejemplo:
una pareja que consulta porque ella quiere el divorcio, por infidelidad del
esposo. Ella duda del amor de su esposo y él a
su vez dice amarla y que la relación extramarital fue solo un desahogo sexual.
En este caso existe amor/afecto en
ambos miembros, pero falla la función sexual (conjugación 1). El profesional
debe establecer parámetros para definir cada concepto de forma individual, de
tal manera, que la esposa entienda que su esposo no deja de amarla por realizar
el ejercicio de la función sexual con otra persona y en el caso de él que ella
no deja de amarlo, solo por no querer tener ejercicio de la función sexual. La finalidad
es aclarar los errores de conceptos y que cada uno pueda separar y entender lo
que le pasa al otro miembro de la pareja para finalmente trabajar en esas creencias
en beneficio del matrimonio.
El enfoque D nos muestra los tipos de
pareja según las conjugaciones de amor y ejercicio de la función sexual. Sirve como instrumento de evaluación del
estado individual de cada persona y de la pareja en si, así como, para predecir
su pronóstico. Un ejemplo puede ser una pareja donde existe amor, pero hay
fallas en el ejercicio de la función sexual de parte de ella, debido al
nacimiento del primogénito. Ella, manifiesta
estar agotada por el cuidado del bebé y él ya no tolera la indiferencia de su
esposa. Aquí hay que distinguir cada
concepto, amor y función sexual de forma
individual, para así evaluar y diagnosticar en que estado está cada aspecto. Según
el enfoque D se tiene en el tipo de pareja la conjugación 4 representada así: Él
(A – EFS) – ELLA (A – EFSo)
Enfoque
E: roles
Este enfoque sirve de autoevaluación
para el individuo tomando en cuenta la cantidad de conductas que realiza dentro
de cada rol. Al orientador le es útil para mostrar al consultante la
distribución que está haciendo de sus conductas en los diferentes roles, de
forma tal que pueda determinar la operatividad de cada uno. Utilizando las
siete cruces disponibles para asignar a las conductas entre todos los roles:
hijo, padre/madre, esposo (a) y persona se tiene como ejemplo:
Mujer de 35 años, profesional,
independiente, divorciada y madre de una niña de 6 años. Hace la siguiente
autoevaluación: hija (++), madre (+++), esposa (no tiene pareja), persona (++).
Enfoque
F y G: objetivos y metas – toma de decisiones.
El enfoque F es de utilidad para el orientador ya que le
proporciona una herramienta para ayudar al consultante a definir el ¿para qué? Lleva a cabo ciertas
conductas en su vida. Promueve la responsabilidad y la reflexión en cuanto a
las acciones que lleva a cabo el consultante. Permite que asuma consecuencias y
que planifique objetivos y metas en función de sus acciones futuras.
El enfoque G plantea al orientador la
necesidad de guiar al consultante hacia la toma de decisiones ante una decisión
problemática. Como ejemplo se presenta el caso de un hombre de 40 años, divorciado
desde hace 4 años y que consulta porque sus relaciones no son duraderas y no
sabe que le sucede. El orientador
utilizando el enfoque G debe guiar al consultante a: identificar y
analizar el problema, identificar los criterios de decisión y ponderarlos,
definir la prioridad para atender el problema, generar las alternativas,
evaluarlas, elegir la mejor, aplicar la decisión y finalmente evaluar los
resultados.
2 comentarios:
muchas gracias,la información esta muy bien definida.
Excelente, gracias, bien detallado.
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